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ANGELUS

V. El Ángel del Señor anunció a María. 
R. Y concibió por obra del Espíritu Santo.

Ave María

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V. He aquí la esclava del Señor. 
R. Hágase en mí según tu palabra
Ave María

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V. Y el Verbo se hizo carne. 
R. Y habitó entre nosotros

Ave María

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V. Ruega por nosotros, santa Madre de Dios. 
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Cristo.

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Oremos: 

Te suplicamos, Señor, que derrames tu gracia en nuestras almas, para que los que hemos conocido, por el anuncio del ángel, la Encarnación de tu Hijo Nuestro Señor Jesucristo, seamos llevados por los méritos de su Pasión y Cruz a la Gloria de su Resurrección. Por Jesucristo Nuestro Señor.

R. Amén.

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V. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. 

(tres veces).

REGINA COELI

Durante el tiempo pascual, en lugar del Ángelus, se dice el Regina coeli:

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V. Reina del cielo, alégrate. 
R. Aleluya.

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V. Porque el Señor, a quien mereciste llevar. 
R. Aleluya.

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V. Ha resucitado, como lo había dicho.
R. Aleluya.

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V. Ruega al Señor por nosotros. 
R. Aleluya.

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V. Goza y alégrate, Virgen María. Aleluya. 
R. Porque verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya.

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Oremos:
Oh Dios, que por la resurrección de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, has llenado el mundo de alegría, concédenos, por intercesión de su Madre, la Virgen María, llegar a alcanzar los gozos eternos. Por el mismo Jesucristo, nuestro Señor. 
R. Amén.

Angelus
Regina Coeli

Este uso, según las autoridades más seguras, fue introducido por el papa Juan XXII (1316—1334.) Por espacio de cerca de cien años se tenía la costumbre de anunciar la hora de la queda por medio de algunas campanadas. Juan, por su bula de 7 de mayo de 1327, ordenó que, cuando se oyera la campana de la oración, se recitase tres veces el Ave María. Después, el concilio de París, celebrado en 1346, bajo la presidencia de Guillermo, arzobispo de Sens, decretó:

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Que la ordenanza del papa Juan, de santa memoria, concerniente al rezo del Ave María al oscurecer, fuese fielmente observada.

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La bula del papa había ya, añade el concilio, concedido una indulgencia a aquellos que dijesen la oración prescrita y en virtud de los plenos poderes que se le habían concedido, el concilio concedía una indulgencia de treinta días.

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Los estatutos de Simón, obispo de Nantes, ordenan a los curas que hagan tocar en sus iglesias por la noche, para advertir a sus feligreses que deben al sonido de esta campana, arrodillarse y decir el Angelus, lo que le hará ganar una indulgencia de diez días. Hasta este momento se ve que las ordenanzas relativazo se restringen a la hora del oscurecer.

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En 1368, el concilio de Lavaur ordena a todos los rectores y curas, bajo pena de excomunión que hagan tocar la campana, lo mismo a la salida del sol que cuando se pone. El rezo que se recomienda en esta ocasión consiste en cinco Pater, en honor de las cinco llagas del Salvador y en siete Ave Marías en honor a los siete gozos de María. El año siguiente al sínodo de Bezieres, ordena que al rayar el día la campana mayor toque tres veces. Y cualquiera que oiga esta campana, dice, rezará tres Pater y tres Ave, y ganará una indulgencia de veinte días.

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Según algunos autores, Calixto III en 1456, según Fleury y Du Cange fue Luis IX en 1472, quien introdujo las campanadas al medio día. Mabillon ha probado que el uso litúrgico de tocar al medio día y de decir tres veces el Ave María, ha venido de Francia y ha obtenido la sanción apostólica a principios del siglo XVI.

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Benedicto XIII para alentar la recitación exacta de este rezo, concede a perpetuidad, por su breve apostólico de 14 de septiembre de 1724, una indulgencia plenaria a todos aquellos que, una vez por mes, después de haber recibido la absolución sacramental y haberse aproximado a la Santa Misa, digan tres veces de rodillas la salutación apostólica al sonido de la campana, que esto sea por la mañana, al medio día y por la noche y que hayan devotamente rezado por la unión de los príncipes cristianos, la extirpación de las herejías y la exaltación de la Santa Iglesia. Concede también cien días de indulgencia a aquellos que un día cualquiera del año recitasen con corazón contrito el mismo rezo.

 

Se añaden habitualmente algunos toques a los últimos del Ángelus, para empeñar a los fieles a rezar por la Iglesia que sufre. La campana de Ángelus da, sobre todo por la noche, un carácter singularmente poético a los países católicos.

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Pío VII en 1815, añadió al Ángelus tres “glorias al Padre...” en acción de gracias por los dones copiosamente otorgados por la Santísima Trinidad a la Virgen, particularmente por su gloriosa Asunción a los cielos.

HISTORIA
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